Lo sé. Lo que más queréis no son mapas, ni listas de variedades autóctonas, ni largas genealogías de viticultores. Lo que queréis es beber vino. Y si puede ser buen vino, mejor. Yo también. Así que hoy no vengo a explicarte cuántos metros de altitud tiene la Ribeira Sacra ni cuántos siglos llevan las viñas colgadas sobre el Sil. Vengo a recomendarte tres tintos que condensan lo que está pasando en Galicia. Porque algo está pasando.
Hace tiempo que Galicia dejó de ser sólo tierra de albariños para convertirse en el epicentro del nuevo vino atlántico. Un vino más ligero, más expresivo, más fino. Menos músculo, más nervio. Donde antes reinaba la densidad, hoy manda la tensión. Y la Ribeira Sacra es, seguramente, el lugar donde mejor se entiende esa mutación.
Aquí van tres botellas que lo explican mejor que cualquier seminario. Y ordenadas en base a su precio, para que tampoco tengáis que darle muchas vueltas.
- Guímaro Finca Meixeman

Este vino es el punto de partida perfecto. Mencía de una sola finca, de suelos de pizarra, (y algo de otras variedades) vinificado con racimo entero y una crianza medida. Fino, vibrante, con una nariz que huele a flor de vid y a piedra mojada. Y fresco como para beberse unas cuantas botellas.
Y además, como de momento no me patrocina nadie, te pongo el enlace más barato que he encontrado:
- Ladredo (Niepoort)

Un tinto que no parece querer encajar del todo. Garnacha Tintorera y Mencía de viñas viejas en terrazas imposibles, fermentadas con racimo entero y criadas en madera usada. Tiene algo de humo, algo de hierba, y mucho de vino libre. A veces se muestra esquivo, incluso raro. Pero cuando se abre, engancha.
Y, de paso, te estás bebiendo un vino de Niepoort. Uno de esos elaboradores que no necesitan presentación… pero que siempre vale la pena mencionar.
- La Penitencia (Raúl Pérez)

Uno de los tintos más personales que salen de Ribeira Sacra. Y eso ya es decir mucho. Mencía, Alicante Bouschet y Merenzao de viñas viejas, trabajadas con el respeto que Raúl Pérez pone en todo lo que toca. El vino tiene ese perfil atlántico que define la zona —fruta fresca, acidez viva, fondo mineral—, pero también una profundidad distinta: más capas, más sombra, más pausa.
No es un vino inmediato. Pide tiempo, pide silencio. Pero cuando entra en ritmo, te atrapa.
Y además, sí: te estás bebiendo uno de los grandes vinos gallegos sin salirte del mapa.
Podría haberte recomendado diez vinos más. Pero si empiezas por estos tres, ya estarás entendiendo por qué todo el mundo habla de la Ribeira Sacra (y de qué narices estamos hablando cuando hablamos de las nuevas tendencias en tintos). Además, parece que le queda recorrido para rato.